Los roles estaban asignados desde un principio: Mike “camel” Portnoy, juez del Luna Park, con sus martillazos, comenzaba a dictaminar que la noche iba a estar cargada de algo más que simple rock. Jordan Rudess, taquígrafo, seguía a la perfección, sin equivocarse en un acento, el dictamen del juez (incluso parecía, muchas veces, dictarle al oído al juez, que decir). El oficial Petrucci (léase John), con sus siete cuerdas, aleja y retiene a la multitud que admiran el juicio mientras el oficial Myung (también John), lo ayuda –desde el flanco izquierdo–. James LaBrie recitaba la sentencia en tonos medios a agudos.
La sentencia: Culpables del progreso. O tal vez de querer captar un público más joven (¿más comerciales?). Desde mi punto de vista (si es que importa) la imagen de Dream Theater a quedado pegada al excepcional (y magnífico) Scenes from a Memory. Un disco que todo el mundo espera, se toque (aunque sea un Medley o algunos temas). Esto puede traer cierta “desilusión” a los fans, pero, si nos alejamos de esa posición, el recital fue una mezcla explosiva de dos horas y media de intenso y preciso rock progresivo (como un reloj atómico cuyas agujas fueron sincronizadas a la perfección).
Conservo (en mi mente) la duda sobre si Dream Theater quiere o no separarse de sus memorias (que sería si, en un recital de Deep Purple, no tocaran Smoke On The Water o Burn??? O de un Maiden sin “The Number Of The Beast”???). Pero, buscando, uno encuentra indicios.
Talvez es el momento justo para dejar atrás las memorias y mirar al futuro, lanzar un disco de “GREATEST HIT (…& 21 other pretty cool songs)” y a puntar a un nuevo público (¿comercial?)…
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